- Presentación
- La inteligencia
- Naturaleza de la inteligencia
- Tipos de inteligencia biosocial
- La inteligencia social: aproximación conceptual
- Epistemología de la inteligencia social
- Ontología de la inteligencia social
- Inteligencia social: funciones
- Inteligencia social: componentes
- Inteligencia social: elementos
- Inteligencia social: formas que suele usar para presentarse
- Inteligencia social: aspectos éticos
- Inteligencia social, estética y pensamiento ecológico
- Inteligencia social y sala situacional
- Inteligencia social. Memoria histórica y saberes
- Cotidianidad como temporalidad
- Inteligencia social: tránsito entre lo cotidiano, la táctica y la estrategia
- Inteligencia social y gobierno. La V República
- Inteligencia social: uso, intentos de normalización e institucionalización
- Inteligencia social situacional y gobernabilidad revolucionaria
- Seguridad de Estado
- Las fronteras de la inteligencia social
- Inteligencia social, resistencia, e intentos de objetivarla
- Inteligencia situacional y tejido social
- Ideario de la Revolución bolivariana e inteligencia social
- Hacer y divulgar desde la gente
- El entorno: las turbulencias del exterior
- Repensando el concepto de inteligencia social
- La inteligencia social situacional como proceso constituyente en curso
- La democracia informativa y su encuentro con la inteligencia social situacional
- Conclusiones preliminares
- Bibliografía
Desde 1989 se viene hablando con especial frecuencia de la inteligencia social (IS). Interés que evidentemente emerge de las alarmas que despertó el derribo de los muros de contención institucional ocurridos el 27 y 28 de febrero de ese año.
El aparato policial, la inteligencia de Estado y las formas de representación se mostraron ineficientes y obsoletas ante el despertar de los más humildes habitantes de los barrios caraqueños, los excluidos a quienes siempre se les consideró desde el Estado seres anónimos, domesticados e incapaces de superar las fronteras del combate callejero primitivo.
El Caracazo o Sacudón –como se le denominó a los acontecimientos de ese año– fue valorado y ponderado, una y otra vez sin que la inteligencia lograra entender la red de acciones sin centro, de contundencia sin límites de la iracundia popular, de creación caótica que emergió del combate contra el orden establecido durante esas cuarenta y ocho horas. Era evidente e inocultable que el Estado nacional venezolano ya no era la síntesis de todo el cuerpo social, como señaló por años la propaganda oficial.
La contundencia del combate callejero, la flexibilidad de las acciones ejecutadas y la coordinación sin eje de los hechos evidenciaba el desarrollo de una nueva forma de inteligencia, con "neuronas" en todos los estratos sociales, de inteligencia rebelde.
Del asombro se pasó a intentos por ubicar un cerebro único, la "vanguardia" del proceso, esfuerzo que le resultó inútil al establishment. No obstante el movimiento popular pagó con vidas y una enorme represión la incomprensión gubernamental del fenómeno. Al no explicarse la lógica de las multitudes, el poder optó por el silencio que condujera al olvido social de los hechos referidos. Pero la nueva creación colectiva se expresó nuevamente en 1992, articulando, imbricando sueños militares con rebeldía social por canales hasta ahora inimaginados por la burocracia.
La inteligencia social (IS) pasó de mostrarse como una singularidad circunscrita a un momento histórico dado a ser una dinámica autorreferenciada para el agenciamiento permanente de los combates contra lo injusto.
La nueva tecnología de los excluidos se mostraba además contextual y contingente al ser capaz de mutar de formas de combate callejero al escenario electoral. El triunfo de Hugo Rafael Chávez Frías en 1998 mostró un afianzamiento de la red colectiva de significados que genéricamente se ha denominado IS.
El poder constituyente fue la expresión real de la inteligencia social durante el año 1999. La tragedia de Vargas con su estela de muertes y pérdidas materiales, a finales de 1999, puso a prueba durante todo el 2000 la capacidad y celeridad de la respuesta gubernamental a inesperadas demandas sociales. Las lluvias que ocasionaron la tragedia más significativa en Venezuela durante las últimas décadas, demandaron de las redes y la inteligencia social un papel reactivo, contingente para lograr que la normalidad se abriera paso y la población de la región centro norte costera se sobrepusiera al caos generado por los deslaves.
Ciudadanos y gobierno mostraron un alto grado de sinergia que expresaba la importancia emergente de la nueva relación, en el marco de una democracia participativa y protagónica. Sin embargo, los hechos de Vargas mostraron como la contraloría social (CS), generada alrededor de la distribución y ejecución presupuestaria para solventar la contingencia del litoral central, a pesar de ser ésta –la CS– una de las aristas más significativas de la inteligencia social, no era valorada aún de manera adecuada por la burocracia.
Las consecuencias de las lluvias que afectaron a Vargas potenciaron los diagnósticos sobre la urgencia de implementar modalidades de presupuesto público participativo, hecho que posibilitaría el que posteriormente se concretaran formas embrionarias e intentos por desarrollar y articular en ese sentido tales como, asambleas de ciudadanos, consejos comunales, consejos locales de planificación pública y de conjunto, un armónico sistema nacional de planificación pública.
En tanto, el proceso bolivariano avanzaba. El conjunto de leyes habilitantes (2001) y el copamiento de espacios burocráticos (20002001) fue interpretado, por un sector del nuevo establishment, como sinonimia de coaptación institucional de las diversas formas de inteligencia social.
Pero, cuando las nuevas nomenclaturas auguraban la apropiación de las dinámicas de inteligencia social, sobrevino el golpe de Estado del 11, 12 y 13 de abril, hechos que habían sido anunciados con antelación por diferentes centros de inteligencia social (IS), mostrando la capacidad de anticipación constructiva y de actuación contingente de la IS en oposición a los desatinos del liderazgo Bolivariano, de la nueva nomenclatura inserta en el aparato gubernamental.
Mientras todas las cadenas de organización centralizadas fallaron, las redes difusas sin centro visible de mando de los movimientos sociales, con sus mecanismos y dinámicas de inteligencia social, se dispararon automáticamente desde el mismo 11 de abril, difundiendo la idea de resistencia entre la población, coordinando expresiones de alianza cívico–militar y, en consecuencia, promoviendo formas alternativas de diálogo, organización, movilización y toma de sitios claves que posibilitaron denunciar oportunamente el cautiverio del Presidente constitucional, garantizando el resguardo de su vida y la devolución al centro de poder político el 13 de abril de 2002.
El retorno de Chávez en los hombros del pueblo descalzo, de la inteligencia de a pie y de los desheredados del conocimiento normalizado evidenció que la inteligencia social había llegado a unos niveles de maduración y articulación superior a eso que se denomina movimiento popular organizado.
En consecuencia, este trabajo no pretende explicar ni mostrar científicamente la inteligencia social, sino por el contrario, significar sobre algunas de sus aristas, vertientes y expresiones con la esperanza de que la lectura de este material por parte de los instalados en el poder les permita doblegar su orgullo y valorar mucho más a los sectores humildes.
Sólo la humildad de la burocracia y una auténtica disposición de ésta a dejar fluir por la institucionalidad el maná de la inteligencia social, garantizará el cumplimiento de los objetivos estratégicos del nuevo Estado revolucionario de transición, el Estado de la V República.
Inteligencia es un término influenciado por la psicología, de uso reciente, con el cual se definen el conjunto de actividades psíquicas,
o aptitudes, de tipo superior con las cuales el hombre se enfrenta a su contexto.
Para Stern la inteligencia es la capacidad de adaptarse al medio, mientras que para Wechsler es la disposición humana de ejecutar acciones intencionales, de pensamiento y adaptación al medio. Por su parte, Piaget la define como la forma superior de adaptación del organismo al medio.
Otras definiciones enfatizan en las capacidades humanas de abstracción, aprendizaje, combinación y relación de datos, comprensión, simbolización, etc. La definición más difundida es aquella que señala que la inteligencia es la capacidad de resolver problemas, a partir del concepto y la capacidad de razonamiento, inductivo o deductivo.
Tal vez por ello, es frecuente hallar errores de conceptuación y delimitación cometidos por muchos autores en el tema, al homologar de manera arbitraria la inteligencia social con la inteligencia emocional, siendo esta última una resultante social individualizada. Cuando el aprendizaje social es compartido –impacta a varios sujetos– estamos en presencia de la inteligencia social.
Así como los partidarios de la inteligencia emocional postulan que es posible su aprendizaje permanente a través de la programación neurolingüística (PNL), quienes argumentan la potencialidad de la inteligencia social en la transformación continua de la realidad social inmediata de los sujetos y de las instituciones de gobierno, defienden la utilidad de la planificación participativa estratégica situacional (PPES) para el aprendizaje asociativo de las comunidades respecto a los beneficios compartidos de una adecuada, transparente y sistemática relación entre sus formas autónomas de organización y la institucionalidad, en la programación de su futuro.
La (PPES) constituye un desarrollo de la técnica de planificación trabajada por Carlos Matus, al concebirla en este trabajo como tecnología de planificación en un marco de democracia participativa y protagónica (política, económica, social, territorial e internacional) que tiene un horizonte liberador, emancipatorio desde los propios sujetos sociales que se apoyan en el aparato gubernamental para elevar su calidad de vida y alcanzar altos niveles de equidad y justicia social.
Por otra parte, desde las ciencias pedagógicas la inteligencia es asociada a capacidades y disposiciones para aprender, individual y colectivamente. El aprendizaje individual genera conocimiento mientras que el aprendizaje colectivo, cualitativamente superior, produce saberes. Saberes que se cualifican y ponderan en la cotidianidad de los actos sociales pero que pueden ser entendidos, sistematizados y comunicados bajo las formas académicas.
El concepto de inteligencia que defendemos en este trabajo toma distancia de cualquier pretensión humanocéntrica. Al mencionar el término inteligencia social nos estaremos refiriendo a las dinámicas que involucran el desarrollo colectivo del ser humano en armonía con su entorno (ecología dialéctica).
En consecuencia, la inteligencia, vista en términos colectivos, vendría a ser la capacidad humana asociativa que le permite a los grupos sociales comprender, entender y jerarquizar los fenómenos, hechos y cotidianidad en la cual viven como condicionantes del proceso de toma de decisiones.
Decisiones que se ponderan como factores para actuar en la realidad histórica concreta conforme a las inferencias que devienen de este saber. Es decir, las definiciones de inteligencia emergen como conceptos imbricados a la determinación de su naturaleza.
La inteligencia puede tener un origen orgánico o biológico (biosocial) como también tecnológico o cibernético (artificial). Su origen está relacionado con el énfasis de su acción pero también con sus límites. Conforme a su génesis la inteligencia puede ser:
Biosocial entendida como aquella que desarrollan los seres vivos. En el caso de los seres humanos la inteligencia tiene dos vertientes de desarrollo: individual y/o colectiva. La una no excluye a la otra, por el contrario suelen ser complementarias. La inteligencia colectiva es inteligencia social que se expresa, diferencia y cualifica en espacios comunitarios o institucionales; proceso que suele denominarse como inteligencia contingente o inteligencia situacional.
Artificial aquella que se desarrolla a partir de la cibernética, la informática, la nanotecnología y los códigos binarios, la cual explora la capacidad de desarrollar máquinas que actúen más allá de los límites del software, creando pensamientos, opiniones y decisiones autónomas. La justificación ética de la inteligencia artificial se soporta en su complementariedad con la inteligencia biosocial.
Si la inteligencia se construye ello presupone la existencia de una ética que la expresa. Toda inteligencia no constituye un fin en sí misma sino un desarrollo para la convivencia, la tolerancia, la paz, la justicia social y el bienestar colectivo.
La inteligencia tiene referencia en las definiciones de justicia social, ideales hacia donde procura direccionar el derecho, la institucionalidad (en sus formas, protocolos y leyes) y la relación presente– futuro.
Por ello, las propuestas llamadas "inteligentes" suelen presentarse como utópicas, de soñadores, a cumplir en el futuro. En la medida que los enunciados inherentes a la inteligencia de la gente, la inteligencia social, alcanzan el máximo consenso posible, se hacen viables.
Darle viabilidad a los sueños colectivos es un principio transversal de la inteligencia social y por ello siempre postula una visión de mundo comprometida con los más débiles y excluidos.
En consecuencia, la noción de justicia social adquiere el estatus de norte de orientador que está por encima de los límites temporales del derecho establecidos para una sociedad concreta.
La inteligencia biosocial se expresa en cinco tipologías: abstracta, mecánica, institucional o de gobierno, social y situacional.
1. Inteligencia abstracta: relacionada a los procesos del intelecto que se centran en la solución de problemas científicos, filosóficos y/o artísticos que no tienen una expresión material inmediata. Privilegia en sus procesos el método deductivo.
2. Inteligencia mecánica: referida a los procesos de solución de problemas de índole práctica, no verbal. Privilegia en sus procesos el método inductivo.
3. Inteligencia institucional o de gobierno: para alcanzar el cometido de dominación social, el Estado generó una élite pensante que denominó intelligenzzia, formas normalizadas de control social sintetizadas en el gobierno y una institucionalidad que transmite y garantiza esta dominación. A esta dinámica se le denomina inteligencia institucional.
4. Inteligencia social: referida a procesos mentales que demandan criterios, parámetros e información útil para la interacción social, la convivencia y la gobernabilidad; así como al manejo de procesos comunitarios (institucionales o no) y la gestión o liderazgos colectivos. Combina en sus procesos tanto el método inductivo como el deductivo.
5. La Inteligencia social situacional: cuando se hace mención a la fusión de los intereses de las instituciones con los que plantea la gente, se estaría refiriendo al marco que posibilita el desarrollo de la inteligencia situacional como forma de inteligencia social. La inteligencia social situacional fusiona los horizontes de ambos espacios respetando sus principios y teleología, teniendo como referente principal los intereses de la gente.
Inteligencia de Estado
El Estado es un desarrollo social para la dominación del hombre por el hombre que se expresa en diversas técnicas, instituciones, discursos, imaginarios. Tal como se ha referido, el Estado generó una élite pensante a la cual denominó intelligenzzia, formas normalizadas de control social sintetizadas en el gobierno y una institucionalidad que trasmite y garantiza esta dominación.
La intelligenzzia constituye el núcleo gobernante o adjunto a la élite gobernante que sintetiza, codifica, fragmenta y establece los canales de comunicación para los conocimientos requeridos para llevar a cabo esta dominación.
El gobierno es la cara visible del Estado dominante, suele dividirse en poderes (ejecutivo, judicial, legislativo, los más comunes).
Las acciones que garantizan la dominación suelen justificarse y presentarse como necesarias para garantizar la gobernabilidad. Gobernabilidad que en realidad no es otra cosa que la aceptación resignada, por parte, de las mayorías al régimen de explotación y miseria al que lo somete o conduce una minoría gobernante.
Históricamente el pensamiento insumiso, contrahegemónico y libertario ha denominado a esa forma de "paz social" como gobernabilidad burguesa.
En oposición, desde la acera de los explotados, los marginados y dominados emerge el concepto alternativo de gobernabilidad revolucionaria que tiene su mayor desarrollo en la concepción del sistema político que postula la democracia participativa y protagónica.
El modelo de democracia participativa y protagónica enuncia el esfuerzo por ampliar orgánicamente la base social y el control del gobierno por parte de la gente. La importancia de este aspecto es tal, que el primer fascículo de los cuadernos de formación sociopolítica del Movimiento Quinta República (MVR), principal partido que apoya la revolución bolivariana está referido a este tema.
Los gobiernos construyen instituciones que garantizan la dominación por intermedio de leyes, competencias y burocracia. A la transferencia de esta facultad de cumplir los mecanismos de dominación suele denominársele institucionalidad.
Las instituciones son embestidas de legitimidad jurídica. Las leyes establecen las formas autorizadas de comportamiento (social, económico, político, internacional y territorial). Expresiones que son administradas por instituciones con competencias diferenciadas, cuyos conflictos son resueltos por otros poderes (ejecutivo por legislativo y judicial, judicial por el legislativo, legislativo por la composición política y alianzas que están expresadas en el ejecutivo).
La materialidad de esta dinámica de dominación exige control, seguimiento y evaluación continua por parte de un conjunto de funcionarios quienes actúen y den corporalidad al gobierno que defienda los intereses del Estado. Estos individuos son estratificados por grupos y jerarquías para evitar cualquier intento de solidaridad y acción mancomunada no regentada por el centro de poder. Una vez que se estabiliza esta jerarquización se está en presencia de la burocracia.
La burocracia no es otra cosa que todos los funcionarios a los cuales los centros de poder le han concedido el papel de caporales de sus iguales para controlarlos, dominarlos y manipular de manera permanente sus consciencias. La burocracia no suele ser consciente de su rol, por el contrario, se le forma para que valore esta realidad como la única posible.
El Estado encerrado sobre sí mismo, concentrado en el desempeño de su burocracia y el logro de los objetivos de la burguesía, es el Estado opresor, el Estado dominante.
El grado máximo de desarrollo de la inteligencia institucional es la inteligencia de Estado, eufemismo con el cual se encubre y aglutina la inteligencia y contrainteligencia policial, militar y el seguimiento de la gestión gubernamental.
Pero la mayoría de la población no acepta esta realidad como única o unidimensional, sino que, por el contrario, procura construir espacios subterráneos. Intersticios, lugares y prácticas emancipatorias que le muestren que otro mundo es posible. Ésta es la inteligencia social actuando en contraposición a los presupuestos teóricos y prácticos de la inteligencia de Estado y la lógica burocrática.
Hace algunas décadas parecía que esta diferencia se resolvía sólo con el combate y la confrontación entre ambas perspectivas, la del Estado y la de la gente. La posibilidad de construir canales de comunicación proactiva que evitando la absorción de la perspectiva social por parte del Estado facilitarán una horizontalización del hecho social entre ambas epistemologías y axiologías parecía no sólo imposible sino objetable. Eran los tiempos del espejismo sobre las posibilidades del denominado campo socialista que había sido minado por esa perversión que se conoce como el estalinismo.
El nuevo espejismo pareciera ubicarse en la antípoda de la negación permanente del encuentro entre inteligencia social e inteligencia de Estado, al considerar que todo conduce a la práctica de coaptación, de absorción de la inteligencia social por parte del Estado. Y si bien, un encuentro es posible, la inteligencia social se funda en la necesidad de borrar toda dominación, hecho que pasa irreductiblemente por la eliminación del Estado, razón por la cual su ontología siempre será ajena a la realidad del Estado como tal.
La resistencia que sostiene una forma genuinamente humana, solidaria, cooperativa y libertaria de sociedad se agencia fuera del Estado, desde la inteligencia social.
En el caso de Venezuela, es sólo hasta el inicio de la revolución Bolivariana (1989-1992) cuando se comienza a visualizar y convivir con la posibilidad de apertura de la inteligencia de Estado a la inteligencia social o viceversa. La eclosión de esta alianza dependerá en gran medida de la capacidad y oportunidad permanente que tenga la inteligencia social para disolver a su aliado circunstancial, coyuntural.
La inteligencia social está referida a la experiencia y saberes acumulados por las comunidades y los grupos sociales que se expresan en estrategias de sobrevivencia contra lo enemigo, los contrarios a sus intereses y para coadyuvar al éxito de lo amigable, los aliados, lo propio.
La inteligencia social agencia la resistencia, el combate y el legado del recorrido histórico insumiso, rebelde y contestatario del pueblo soberano. En consecuencia, se enuncia desde la gente.
Cuando la inteligencia social se asocia o empalma con los espacios institucionales se redimensiona y cualifica, exigiendo su uso a partir del concepto transversal de ecología social (todos ganan y nadie pierde), nunca para usarla en contra de los propios ciudadanos o contra de un segmento poblacional con el cual la institucionalidad tenga diferencias.
En ese caso se suele denominar como inteligencia social situacional a la inteligencia cuyo lugar de enunciación es el barrio, la urbanización, el condominio pero que para alcanzar una acción colectiva más eficiente y eficaz se asocia con la institucionalidad.
La inteligencia social situacional como intersticio, como espacio integrado de análisis entre institución y ciudadanos asume la calificación de instancia que impulsa y trabaja información, comunicación y procesos que generan y demandan las instituciones y sus ciudadanos para alcanzar las aspiraciones o metas propuestas. En esos casos la institución pasa a ser una organización inteligente, una institución que aprende de su entorno.
En adelante, en este documento nos referiremos a inteligencia social situacional en correspondencia a la última acepción, como espacio que incorpora la idea y dinámicas inherentes a la inteligencia social y la inteligencia institucional.
La inteligencia institucional y la inteligencia social han desarrollado formas diversas de expresión hibridada, de inteligencia alternativa, que procuran dar respuesta más o menos coherente a cada una de las demandas que emergen de su relación con la realidad. A saber: a) Policial b) De crisis o contingente c) Estratégica d) Social revolucionaria, de la calle o popular e) Contraloría social
Denominaciones que posibilitan identificar las dinámicas que le son propias a cada una de ellas por separado y comprender la utilidad de la fusión o integración. Recordemos que si bien el concepto de inteligencia social es un enunciado autónomo, está relacionado a otras formas de inteligencia asociativa.
La inteligencia social situacional suele relacionar y armonizar cada una de las expresiones de inteligencia social hibridadas, en consecuencia:
a) Inteligencia policial: refiere dinámicas gubernamentales que procuran garantizar la seguridad de Estado a los gobiernos y sus órganos de administración de políticas públicas (prevención, represión, contrainteligencia, vigilancia y seguridad de Estado).
b) Inteligencia de crisis o contingente: procura desarrollar métodos y mecanismos preventivos para dar respuesta oportuna y eficiente a las variantes que emergen de las dinámicas asociadas a la gobernabilidad.
c)Inteligencia estratégica: se centra en el estudio de la gobernabilidad. Por lo tanto estudia el consenso, la participación, la comunicación, la pedagogía, el control compartido, la transparencia de gestión, las formas no autoritarias de conducción, la legitimidad y eficacia. Su lugar de enunciación es el aparato gubernamental. Esta inteligencia se expresa en los viceministerios, direcciones generales y de línea responsables del análisis, planificación, gestión y evaluación estratégica.
d) Inteligencia de la calle, social revolucionaria o popular: se orienta al logro eficiente y oportuno de la reingeniería social, sobrevivencia comunitaria y contraloría social. Su lugar de enunciación es las comunidades, los ciudadanos, la gente.
e) Contraloría social: sus dinámicas procuran alcanzar una gestión gubernamental, institucional, organizacional con resultados pertinentes y de calidad.
La unificación de la inteligencia social y la inteligencia institucional en inteligencia social situacional que se realiza a partir de la fecundación de ambas, es un fenómeno creciente en el desarrollo de la nueva institucionalidad revolucionaria bolivariana que se expresa en la normalización y generalización de las salas de análisis del entorno, de análisis estratégico o situacionales en los distintos órganos de la administración.
Desde esta perspectiva, la inteligencia social no cede sus fortalezas a la institucionalidad, sino que hace sinergia con ella en temas y aspectos de interés compartido. Dinámicas que en su conjunto nutren a la inteligencia social.
En la actualidad el esfuerzo de unificación entre la inteligencia social y la inteligencia institucional tienen como norte, como interés central, el logro armónico de los equilibrios político, económico, social, internacional, territorial, delimitados en el Plan de Desarrollo de la Nación.
A pesar de que la inteligencia social situacional se desarrolla desde el gobierno, el lugar de enunciación de su información y los procesos de comunicación que le son inherentes, están mediados por la lógica de multitudes, por el interés de los ciudadanos.
En correspondencia, emerge la contraloría social como inteligencia de gestión de y desde la nueva ciudadanía bolivariana. Temática que desarrollaremos en el próximo volumen de esta colección.
Epistemología de la inteligencia social
La inteligencia social situacional supone para los agentes, las comunidades, los analistas, decisores y responsables de políticas públicas una aproximación a la realidad como construcción permanente en medio de dinámicas contingentes.
Es decir, la realidad socio-histórica concreta representa un proceso interactivo que no acepta determinismos ni una visión única sobre el futuro. Por el contrario, las contradicciones sociales son valoradas como expresiones que buscan forzar consensos.
Desde la inteligencia social situacional el consenso es diálogo, comunicación, mediación amplia, dinámicas a través de las cuales todos los sujetos sociales e instituciones involucradas en una política pública negocian para alcanzar metas que consideran prioritarias en el corto plazo, sin que ello implique un abandono o afecte sus aspiraciones estratégicas (corto y mediano plazo).
Por su parte, el disenso es valorado como diversidad, como riqueza potencial de visiones sobre el hecho social que son marginales por extinción o por su novedad. El disenso es anormalidad que evalúa, controla y alerta contra cualquier intento de homogeneización y de hegemonía de las mayorías que no se funde en el respeto y tolerancia a las diferencias, independientemente de su cantidad, de su número.
Turbulencia relacional que genera una situación de permanente transición en la ejecución de políticas públicas. Tensión que expresa los esfuerzos para superar la brecha existente entre la realidad y las aspiraciones ideales, tanto del Ejecutivo como de los ciudadanos.
Para la inteligencia social situacional la realidad no es un producto acabado. En consecuencia, se considera de primer orden el fomento de una adecuada y permanente relación entre instituciones y contexto, entre ciudadanos y gobierno, para garantizar la gobernabilidad revolucionaria.
Las políticas públicas aparecen entonces, como representaciones, síntesis discursivas para la acción, cuya viabilidad dependerá en gran medida del consenso que expresen. Consenso que sólo es posible alcanzar mediante la participación amplia de los sujetos sociales.
La participación emerge como un concepto en movimiento, nunca estático, mediante el cual los ciudadanos se involucran en los asuntos de su interés a través de formas individuales, asociativas diversas y combinadas que fluyen por múltiples canales de comunicación entre gobierno y comunidad.
La democracia participativa y protagónica es el sistema político de la República Bolivariana de Venezuela a partir de la Constituyente originaria (1999). Sistema que se postula e instrumenta para alcanzar altos grados de consenso orientado a la gobernabilidad revolucionaria que es aspiración inherente a la V República (todos ganan y nadie pierde. Siempre la elección es a favor de los más simples, los pobres, los excluidos).
La democracia participativa y protagónica se funda en el convencimiento que la incorporación de la mirada de la otredad representada por los actores sociales objeto de la política que se aspira impulsar (pertinencia) y la facilitación de espacios mediante los cuales los venezolanos y venezolanas se involucren en su diseño, ejecución y evaluación (eficacia), constituyen prácticas que garantizan el mayor impacto posible en el entorno de la acción que realiza la administración pública.
La eficacia y legitimidad de la acción del Estado dejan de ser simples aspiraciones y enunciados utópicos, para convertirse en la mejor expresión de la práctica cotidiana del Estado, el gobierno y sus instituciones. Esfuerzo que potencian la articulación entre los espacios público y privado.
La inteligencia social existe como práctica social instaurada en el centro de las dinámicas populares y revolucionarias desde hace muchos años y décadas. Tal vez no exista una conceptuación acabada y única que la defina y delimite sus dinámicas, pero su presencia es innegable en el recorrido de emancipación del pueblo venezolano, especialmente de las minorías así como de los sectores más pobres y explotados.
El proceso de síntesis de conocimientos, saberes y prácticas emergentes generadas al calor de los combates callejeros, la resistencia a las formas de discriminación, la construcción de espacios de autonomía determina la esencia, el ser, la realidad de la inteligencia social.
Por su parte, la ontología de la inteligencia social situacional expresa el proceso de génesis, de nacimiento de dinámicas de interacción entre el conjunto de la sociedad y sus instituciones para alcanzar –el sistema político que delineó el constituyente (1999)– la democracia participativa y protagónica.
En esa perspectiva el modelo político de la V República se reinventa a diario a través de una dinámica constituyente continua, permanente. El poder constituyente aparece con una fuerza transformadora permanente, que desarrolla la constitucionalidad pero tiene carácter supraconstitucional.
Es decir, la inteligencia social situacional se está construyendo, está modelando su ser en este momento histórico, mediante la sinergia que expresa la coincidencia coyuntural de intereses, necesidades, expectativas y resistencias comunes a superar, entre los ciudadanos y su gobierno.
Inteligencia social: funciones
La inteligencia social situacional tiene una génesis, desarrollo y prognosis diferenciada respecto a la inteligencia policial, el control de gestión, los estudios situacionales y la inteligencia artificial.
Diferencias que tienden a hacerse difusas cuando hablamos genéricamente de ellas. No le es posible a las otras formas de inteligencia, asumir las singularidades que caracterizan a la inteligencia social situacional.
Las diferencias de estas formas diversas de inteligencia se pueden comprender con mayor claridad y nitidez a la hora de abordar sus funciones.
Son funciones de la inteligencia social situacional:
1.Diagnosticar: recopilar, organizar, registrar, inventariar, jerarquizar, ponderar y relacionar las características de cada realidad desde la perspectiva de la gente, de las comunidades. Es también acopio de necesidades, expectativas, potencialidades y fortalezas que se encuentran disponibles en las localidades.
2.Analizar: esfuerzo para relacionar y fusionar individual y colectivamente, la información calificada como conocimiento, experiencia y saberes.
3.Comprender: el significado de cada contexto para la sobrevivencia ciudadana y el curso de las políticas públicas.
4.Actuar: interactuar con la realidad de acuerdo a su especificidad evitando cualquier intento por hacerla aparecer como uniforme. La actuación es siempre contextual. Actuación que puede ser preventiva, disuasiva, reactiva o proactiva. Veamos qué significan estas particularidades:
4.1.Actuar preventivamente: es desarrollar la capacidad de anticipar el comportamiento de actores, ejes, instituciones y políticas públicas en una realidad concreta de la cual forman parte quienes desarrollan formas y expresiones de inteligencia social.
4.2.Actuar disuasivamente: está referida a la generaciónde prácticas y cursos alternativos de acción para las políticas que resultan de interés para los sujetos y organizaciones sociales y que se prevé puedan generar ruidos o resistencias por incomprensión de las bondades y beneficios que su implementación conlleva. Alternativas que se aspira logren reducir las posibilidades de actuación de los adversarios, los contrarios, los enemigos que buscan influir negativamente en el curso de una política pública de alto impacto comunitario. La inteligencia social situacional desarrolla tecnologías y prácticas disuasivas contextualizadas.
4.3.Actuar de manera defensiva o reactiva: se refiere a la respuesta a situaciones coyunturales y todo aquello que afecte los intereses de los movimientos populares, sociales y revolucionarios y que sea imposible anular mediante técnicas disuasivas.
4.4. Actuación proactiva: es generar y poner en marcha propuestas de interés social que coloquen a la defensiva a los sectores reaccionarios o que obliguen a las instancias más conservadoras del Estado y las instituciones de gobierno a acompañar estas iniciativas. La ecología dialéctica (transformación donde la mayoría gane y nadie pierda) es el valor agregado inherente a esta función. El posicionamiento de las agendas de interés colectivo expresa el espíritu constructivo de la acción enunciada y desarrollada desde la gente.
4.5. Transformar: implica interactuar con la realidad para cambiarla, para moldearla de tal manera que les resulte más amigable a los actores sociales y las formas asociativas comunitarias, siempre y cuando no se altere el equilibrio de la biodiversidad total (genética, cultural, antropológica, ambiental), de la cual el hombre es sólo una parte.
4.6. Evaluación compartida. Evaluar con la gente (desmi-tificar y develar el Estado): significa el reconocimiento de la superioridad de las formas colectivas de ponderación sobre la evaluación individual o burocrática formal.
4.7. Gestión colectiva: Horizontalizar y socializar los proce-sos inherentes a la gestión de políticas públicas. Esta función está referida al reconocimiento práctico y concreto de la igualdad de todos los ciudadanos que habitan el territorio común ante la ley y el sistema político de democracia participativa y protagónica.
4.8. Promoción: de las potencialidades, capacidades yvoluntades contenidas en las comunidades. Esta función procura la aceptación gubernamental de las comunidades y localidades como lugares de enunciación de las políticas públicas.
4.9. Choque: busca servir de herramienta para la confrontación directa. Cuando ni la disuasión ni las actitudes defensivas ni la proactividad impiden el impulso de políticas y prácticas reaccionarias en los escenarios sociales, emerge la acción directa, la lucha, la confrontación, el combate que procura someter a los adversarios como única alternativa. Para que este combate sea eficaz y legítimo se agencian sus dinámicas a partir de los análisis, tendencias y escenarios que postule la inteligencia social.
4.10. Garantizar la memoria histórica: para los explotados,los marginados, oprimidos y excluidos el pasado está imbricado al presente por el recorrido de pugnas entre los paradigmas libertarios y opresores. La síntesis de este combate constituye la actividad cognitiva central del cuerpo social que la utiliza.
Los componentes de la inteligencia social situacional determinan la calidad de sus procesos. Sus componentes más comunes son propios del paradigma INVEDECOR (Investigación, educación, comunicación y organización):
1. Perspectiva relacional: que es la capacidad de entender todohecho o fenómeno de la realidad vinculado a otros sucesos, definiciones y precedentes, pero también al devenir. Se trata de aprender a ubicar los intercisos de encuentro entre actividades y discursos aparentemente ajenos el uno al otro.
2.Investigación: tecnología que facilita la aproximación objetiva, subjetiva, directa o indirecta a una realidad o tema de interés.
3. Educación: vista como el proceso de aprendizaje compartido, de resignificación del conocimiento a partir de su contextualizaciòn y apropiación de utilidad práctica.
4.Comunicación alternativa: a través de un conjunto de tecnologías y equipos que posibilitan la interacción proactiva entre ciudadanos y comunidades y, de éstos con los gobiernos.
5. Organización: sistematización del aprendizaje colectivo mediante formas de apropiación conjunta del trabajo y eliminación progresiva de la explotación y la plusvalía que le es inherente al trabajo en la forma de producción capitalista. Organización que propicia y promueve la articulación como sinergia entre los movimientos sociales y de éstos respecto al sistema político de democracia participativa y protagónica. Este último componente está referido a la promoción de la capacidad de agruparse para aprender, actuar y ejercer de manera recíproca, compartida y sin límites distintos a los que se establecen consensualmente. El trabajo es valorado como espacio para desarrollar distintas expresiones de la solidaridad.
6. Contraloría social: desarrollo de técnicas, métodos y tecnologías que posibiliten trabajar de manera compartida en la tarea de colocar los gobiernos a cumplir una función pública más eficiente.
Los elementos de la inteligencia social situacional son contextuales para posibilitar la comprensión de la realidad contingente. Los elementos de la inteligencia social situacional están relacionados a las agendas que en un momento histórico dado resulten de su interés.
Sus elementos más comunes suelen ser generales y específicos. Éstos son:
1. Elementos generales:
1.1. Hecho: lo que ocurre y afecta al colectivo social o un sector significativo de éste. Los hechos suelen referirse a sucesos, declaraciones, imágenes, acontecimientos y/o singularidades significativas. La inteligencia social tiene una temporalidad concreta y delimitada. ¿Qué es? ¿Cómo se expresa? Resultan las preguntas predilectas de este elemento.
1.2. Tendencia: evaluación, ponderación, jerarquización y discriminación de hechos (sucesos, declaraciones, etc.) que permite encontrar relaciones significativas, hilos conductores a través del tiempo entre los hechos a los cuales es posible atribuirles dirección y propósito conforme al comportamiento histórico de los interlocutores.
1.3 Escenarios: propósito final de las estrategias que aparecen reflejadas en una tendencia. Punto de encuentro de diversas tendencias que procuran construir una imagen en la población objetivo o impactar la realidad de un modo previamente establecido.
1.4. Población objetivo: a quienes van dirigidas las accionescontenidas en las diversas tendencias.
1.5. Situación operativa: síntesis de lo que se considera quese debe hacer para disuadir, anular o disminuir el impacto de una acción, política o práctica que resulta lesiva para los intereses que defiende la inteligencia social situacional.
1.6. Prognosis: planificación con criterios de corto, mediano y largo plazo para alcanzar el propósito establecido en la situación operativa. ¿Cómo hacerlo?, en qué momento (fecha, hora), y lugar resultan las palabras claves de este elemento.
1.7. Control y evaluación: establecimiento de indicadores de logro e impacto para la acción que se promueve a partir del análisis inherente a la inteligencia social situacional.
1.8. Actores: valorados desde el lugar y respecto a la territorialidad de interés.
2. Elementos específicos:
2.1. Sistemas y equipos para el rastreo y captura de información: referidos a los instrumentos y la tecnología para la captura de información y a los protocolos asignados a los agentes destinados a esta labor.
2.2. Colectivo de análisis: grupo de trabajo a quien corresponde la organización, jerarquización y disección de los datos e informes que procesa la sala de inteligencia social situacional. Este equipo discrimina, prioriza y focaliza la atención de la organización a partir de los ejes de interés fijados previamente.
2.3. Las líneas de acción de la situación operativa: son laspropuestas en materia de intervención conforme a las políticas institucionales para abortar, neutralizar, disuadir o potenciar un comportamiento adversario previsto bajo la forma de tendencia que apunta a un escenario de crisis para la organización social o la institucionalidad. Así mismo se refiere a las rutas de acción proactiva establecidas por los analistas para prevenir situaciones de conflicto y potenciar la labor de la administración.
2.4. Los grupos de tareas: están referidos a las formacionesespecializadas o multidisciplinarias que se conforman para dar respuesta a una situación de alerta temprana u operativa que propone el colectivo de análisis y aprueban las jerarquías facultadas para ello.
2.5.El territorio: el lugar para el cual es válida unainterpretación.
2.6.Las dinámicas de sala situacional: alerta temprana,análisis del entorno, diseño de acciones, prognosis.
Las formas en las cuales aparece la inteligencia social situacional en sus funciones, componentes y elementos están referidas a lo:
a) Actitudinal: postura pública de la organización y los actores claves, la cual por lo general expresa reconocimiento y valoración a los movimientos sociales. A su vez estas posiciones se corresponden a giros que muestran las formas sociales organizadas sobre las posibilidades de diálogo con la institucionalidad.
b) Expresivo (arte): imagen–sonido–mensaje, real o virtual, que sintetiza la posición de la organización (social y la institucionalidad) en una coyuntura dada.
c) Informativo: códigos discursivos que contienen y expresan el esfuerzo para comunicar su disposición de diálogo, respeto e interés en relacionarse entre las diversas formas de organización social y la institucionalidad en una coyuntura dada.
d) Comunicativo: esfuerzo mediático y gerencial que realiza la organización para transmitir al público su posición respecto a promover y facilitar el encuentro entre la lógica de multitudes y la lógica de Estado. Esta posición suele empalmarse con iniciativas constituyentes, jurídicas y de reforma del Estado.
e) Relación, independencia y autonomía frente al Estado: prácticas que sintetizan el comportamiento en los espacios y dinámicas de encuentro, entre las comunidades y la institucionalidad a partir de la metodología y referentes inherentes a la inteligencia social situacional.
Los procesos de inteligencia social situacional pueden sugerir y orientar respecto a situaciones de urgencia, las cuales siempre harán énfasis en relación con:
1. Una mayor relación táctica con la institucionalidad.
2. Total y absoluta independencia frente al Estado y autonomía en sus formas de organización y actuación.
Por razones históricas el movimiento popular, los sectores estudiantiles e intelectuales contestatarios y el rugir de las formas de organización de los trabajadores se opusieron y denunciaron el papel de los "quinta columna", infiltrados, los negociantes de la información, esquiroles, de los "sapos".
En el presente no tiene por qué ser distinto. Los colectivos e individualidades de los movimientos sociales que desarrollan inteligencia social situacional no negocian fuentes, redes de información, centros de referencia ni datos esenciales para el combate callejero y la sobrevivencia.
La inteligencia social se relaciona con la institucionalidad desde la perspectiva de autonomía de los movimientos sociales no controlados por las lógicas de representación partidaria ni por la burocracia.
Por ello, al relacionarse con la institucionalidad los actores asociados a la inteligencia social puntualizan respecto a principios transversales que permean su praxis:
1. Autonomía estratégica: la emancipación de los marginados, excluidos y explotados sólo puede ser obra de su propio esfuerzo. Delegar esta responsabilidad sólo garantiza la permanencia en el tiempo, bajo formas diversas, de la dominación. En esa perspectiva la autonomía es acción liberadora en marcha.
2. La libertad de opinión y diferenciación: la libertad se objetiva en las posibilidades de comunicar el disenso y superar la hegemonía del consenso forzado.
3. La horizontalidad y gestión colectiva de la institucionalidad. El poder es hoy biopoder que se hace presente en la cotidianidad de los actos humanos. La división del trabajo se perpetúa en las estructuras jerárquicas y las organizaciones piramidales. Sólo la horizontalidad en la conducción de las relaciones entre gobierno y movimientos sociales puede prevenir y establecer pautas de contención contra nuevas formas de ser dominados ideológicamente por el biopoder.
4. La transparencia y el control multidireccional de los asuntos de la administración pública nacional (APN). La contraloría social como paradigma relacional entre ciudadanos y gobierno exige total transparencia en la gestión de los asuntos públicos y disposición en las distintas instancias del Ejecutivo a ser objeto de controles sociales severos en el marco de la democracia de la gente. Esfuerzo que se aspira logre a la final devolución de competencias a las comunidades en el diseño, programación, ejecución y evaluación de políticas públicas referidas a asuntos de su interés, los cuales fueron secuestrados por las élites de poder. Ello no implica el abandono de responsabilidades sociales del Estado sino su recalificación desde la gente.
5. Ecología social: el cambio no puede ser elemento que justifique nuevas formas de explotación y dominación. Por ello, el paradigma en el cual todos ganamos y nadie pierde (ecología social) constituye una referencia ética desde la perspectiva de la inteligencia social situacional.
Desde esta perspectiva ética los valores de la inteligencia social situacional son:
–La solidaridad
–Respeto mutuo
–Valoración de la diversidad –Trabajo asociativo
–Control compartido
Valores y principios que desde la inteligencia social procuran contribuir al desarrollo del proyecto ético del sujeto, que no es otra cosa que la defensa de la ética contextual, la ética desde el lugar y el momento histórico concreto.
Inteligencia social, estética y pensamiento ecológico
La inteligencia institucional o de Estado se expresa en dos dimensiones básicas: la inteligencia policial y el control de la gestión.
La dimensión policial enfatiza en las formas, la manera como se presenta y almacena la información. Exigencia que se fundamenta en los requerimientos del sistema jurídico, de validación de sus procesos de cara a decisiones administrativas, judiciales o el simple impulso de investigaciones en profundidad. La inteligencia policial es y estará siempre vinculada a la seguridad de Estado y al establishment, al orden establecido y la lógica de los instalados en el poder. La inteligencia policial hace éfasis en las formas y las particularidades.
Por su parte, la dimensión del control de gestión aporta los datos e información sobre el comportamiento de los entes de la administración orientado al cumplimiento de sus objetivos, el impacto de sus ejecuciones y los límites de los mismos. El control de gestión se concentra en la información endógena organizacional y el análisis de la información que circula por los espacios mediáticos.
Para la inteligencia social callejera resulta de mayor significación el contenido, la calidad y la calificación de lo hallado, la significación del contenido. Para la sobrevivencia de la calle, para la lógica de multitudes, el énfasis en las formas es una condición de la institucionalidad, de los actos burocráticos que muy poco tienen que ver con su especificidad, la singularidad de sus datos. La inteligencia de las multiplicidades sociales coloca el acento en los aspectos de fondo, en la urgencia de las acciones requeridas, en la inmediatez de lo cotidiano y suele presentarse en "formato" variable.
La inteligencia popular le facilita a las instituciones información sobre el entorno, como se valora y pondera la acción del gobierno por parte de los ciudadanos y cuáles son sus principales expectativas y necesidades. Por lo tanto, viabiliza y cualifica la información que es exógena a la institucionalidad.
Estas afirmaciones no son el resultado de eufemismos de pose radical, sino por el contrario develan diferencias de valoración estética entre el espacio social liso (Estado) y el espacio social estriado (la gente) cuyos alcances escapan a este trabajo. Aquí nos limitaremos simplemente a mencionar esta diferencia para no perderla de vista a la hora de impulsar procesos de análisis estratégico.
Cuando la administración pública desarrolla sistemas de análisis del entorno pasa a ser una organización inteligente, una institución que aprende de su contexto. Como lo señalamos anteriormente, estos sistemas y procesos de información son propios de la inteligencia social situacional.
La inteligencia social situacional, que integra la inteligencia policial, el control de gestión y la inteligencia social o popular constituye una herramienta de primer orden para la toma de decisiones.
El uso de los resultados de estos procesos de integración demanda y exige un pensamiento ecológico institucional que se expresa en:
a) Una estética ecológica o estética de la gente: que es capaz de colocarse por encima de las imposiciones ideológicas generadas por los centros de poder y el biopoder, en torno a lo bello y lo feo, lo contemplativo y lo útil.
b) La estética participativa que enfatiza en la efectividad y no en las formas, que reivindica los liderazgos compartidos contra las representaciones partidarias y de otros signos.
El pensamiento ecológico en el cual el ser humano y la naturaleza se integren nuevamente en una unidad que es totalidad emancipatoria. La visión ecológica sistémica se constituye en camino válido para la superación de la estética antropocéntrica.
Inteligencia social y sala situacional
La sala situacional es la herramienta síntesis para planificar e intervenir estratégicamente en la realidad social. La sala situacional utiliza y desarrolla tanto la inteligencia social popular como la inteligencia institucional.
La sala social situacional como producto organizacional para el análisis contingente y estratégico fusiona los espacios sociales lisos (gubernamental) y estriados (los ciudadanos, las multitudes), posibilitando un adecuado estudio de la realidad y las dinámicas diversas de lo público y lo privado.
El conocimiento de la sala situacional es contingente, interactivo y en permanente elaboración, lo cual evita su total apropiación por parte del espacio político liso (Estado). La sala situacional es una denominación genérica unificada, tanto para la inteligencia social (popular y revolucionaria) como para la inteligencia institucional (Estado), que se convierte en sala social situacional al fusionarse sus procesos.
En el caso de las instituciones del gobierno Bolivariano revolucionario, la sala social situacional es un espacio permanente para el diagnóstico del contexto y antecedente en la ejecución de acciones y políticas de interés para los movimientos sociales, la identificación, clasificación, deconstrucción, análisis, valoración de la información endógena y exógena relacionada a la práctica de las formas de organización popular, así como para la determinación de las tendencias y escenarios de comportamiento de la realidad (hechos) y los actores sociales a partir de lo cual se sugiere al liderazgo revolucionario posibles cursos de acción.
La sala social situacional tiene como propósito central responder a interrogantes que se le planteen a las organizaciones.
La sala social situacional de las instituciones responde a los intereses y expectativas de la administración, mientras que la asociada al movimiento popular responde a las necesidades de sobrevivencia y la lógica de multitudes.
La V República, al procurar un Estado de la gente, considera a las salas sociales situacionales como herramientas para combinar la contraloría social y la sana administración de los asuntos públicos. Las salas sociales situacionales pueden ser monotemáticas, multitemáticas y/o integradas (mixtas).
Inteligencia social. Memoria histórica y saberes
La memoria histórica es la síntesis del conocimiento ciudadano sobre las formas de opresión y resistencia, así como de la visión libertaria del futuro que es posible construir a partir de los saldos de los combates parciales.
Es el background justiciero de los pueblos, construido en el recorrido de su propia emancipación.
Pensamiento relacional, paradigma transformacional (INVEDECOR), sentido histórico para la comprensión de la acción política, actitud defensiva–activa y valoración de las posibilidades de construir una nueva realidad en el futuro conforman un entramado sistémico que constituye el soporte integrado de la memoria histórica.
Una parte de la memoria histórica pertenece al plano cognitivo y otra a las esferas de lo subjetivo y emocional, al inconsciente colectivo, a los imaginarios sociales.
En el plano cognitivo los pueblos reflexionan y preservan de manera consciente las experiencias ciudadanas de sobrevivencia contra la opresión del modelo económico y el Estado mediante teorías, programas políticos y alianzas de intereses. Para ello se apoyan en las tradiciones y festividades populares, los santos y expresiones religiosas, el sincretismo de fe, el arte, la literatura, las diversas formas de producción intelectual, las tecnologías, hasta los nombres que le asignan a una calle, un barrio, una ciudad, un río, un parque, entre otras formas. Se trata de tener siempre presente el lugar.
En el plano subjetivo, se archivan y sintetizan las formas y experiencias que distinguen al pensamiento contra hegemónico y las prácticas libertarias de los pueblos. Allí habitan las formas compartidas de mirar la realidad, definir la visión de país que se quiere y autoconcencebir la misión de la organización social. Para ello, además de todas las formas de expresión artística que permiten licencias del habla y fugas en el lenguaje usual, pasando las formas asociativas de asumir todos los hechos colectivos, hasta los mecanismos que se usan para mantener la afinidad de los grupos.
En el plano emocional, se guardan y protegen los resortes que disparan las explosiones de amor, solidaridad, iracundia, resistencia silente, combate objetivo y subjetivo de la ciudadanía. Reserva que se suele usar cuando los actos por otras vías o mecanismos resultan ineficientes o limitados. El plano emocional es bisagra que separa, posibilita el encuentro y libera la fusión entre lo cognitivo y las subjetividades. Por ello el boom de los estudios sobre la inteligencia emocional y el cerebro límbico, pero ése es tema de otro trabajo. Ejemplo de ello, lo ocurrido el 27 y 28 de febrero de 1989, pero también el 11, 12 y 13 de abril de 2002.
El inconsciente colectivo constituye el espacio de aprendizaje, memoria, lenguaje y comunicación para la acción que supera los límites y cánones de la racionalidad bidireccional para penetrar en el torbellino de los espacios sociales estriados, difusos pero altamente reactivos con los cuales los pueblos actúan al unísono. El chiste, la burla, el amor, la pasión constituyen, entre otros, canales que utiliza el inconsciente colectivo para actuar como cuerpo social ante realidades que potencialmente le pueden afectar. El inconsciente colectivo constituye el genotipo social que no pueden percibir ni comprender quienes se limiten disciplinariamente al estudio de los fenotipos sociales.
El conocimiento oficial, académico y normado mediante el método científico hegemónico es cruzado por la experiencia reflexiva colectiva para reconfigurarse en saber comunitario, fuente principal de alimento y aliento para la inteligencia social.
Los imaginarios sociales son los bolsones de interpretación colectiva del mundo, es la subjetividad compartida que moldea la ética y la estética ciudadana. Cada pueblo–nación, pero también cada comunidad local tiene formas de aproximación, de comprensión de la realidad, de entender lo que ocurre y la necesidad de resistir. Este espacio creativo constituye él (o los) imaginario(s) social(es). Una expresión de ello lo constituye el imaginario libertario del pueblo venezolano, la forma de concebir el acto emancipatorio que se refleja en la forma como se entiende a Chávez y constituye el soporte de su popularidad y apoyo.
Desde esta perspectiva que existen dos Chávez. Uno que fue concebido, preñado, el 27 y 28 de febrero de 1989 y que nació el 4 de febrero de 1992. Como hijo colectivo tiene muchos rasgos fenotípicos de sus creadores: populachero, irreverente, justiciero, osado, humilde ante la adversidad y el triunfo, magnánimo en la victoria construida, errático en los espacios para los cuales no fue formado.
Ese Chávez está en cada casa, y se asemeja mucho al luchador, la oveja negra, el creativo y el insumiso que habita en cada familia venezolana. A este Chávez el pueblo para protegerlo le ha venido adicionado rasgos que les pertenecían a otros luchadores como Jesús de Nazareth, Espartaco, el Negro Primero, Miranda, Bolívar, Sucre, José Martí, Zamora, el Ché Guevara, entre otros. El otro Chávez viene de La Planicie, alcanzó la victoria electoral en 1998 y habita en Miraflores.
El Chávez de Miraflores, a la par que aprende el arte de gobernar, trata de comprender y asumir las características del Chávez que parió el pueblo.
Chávez es poder constituyente en permanente creatividad. El espacio de fusión de ambos Chávez se vivió el 11, 12 y 13 de abril de 2002 aunque aún a veces suela verse al Chávez de Miraflores correr tras la imagen del Chávez pueblo para calzar en él.
La inteligencia social situacional sintetiza de manera integral estos procesos (cognitivo, subjetivo, emocional, conocimiento, saberes, inconsciente colectivo e imaginario social). Ésta es su potencia y su blindaje contra la racionalidad del pensamiento único, pues sus dinámicas escapan a lo objetivable, asociándose a la íntersubjetividad de los muchos modos posibles y de las formas rápidas y difusas de alcanzar consenso y sinergia asociativa.
Por ello, la memoria histórica y la inteligencia social que la sintetizan no aceptan la hegemonía de un método, de un mecanismo, de un formato, de un modo único de preservación y comunicación.
En consecuencia, todo esfuerzo que se hace por estudiar la inteligencia social y comprenderla desde la racionalidad moderna estará siempre limitado por la capacidad de situarse en su propia perspectiva, asumiéndose como un sujeto liberador. De hecho, es imposible e impensable intentar asumir los códigos y aprendizajes de resistencia y liberación para construir nuevas formas de dominación y opresión, como han pretendido algunos neoburocrátas.
El rasgo fundamental de este nuevo funcionarato empeñado en normar la resistencia insumisa del pueblo es su profundo desprecio por los movimientos sociales a quienes sólo logra valorar como anormalidad no controlada.
Quienes se asuman sólo como técnicos y burócratas de esta revolución tendrán siempre en su carrera la frustración de no haber logrado poner en cintura al pueblo. Ese mismo pueblo que sostiene e impulsa a nuevos horizontes la revolución Bolivariana.
Tomar conciencia de ello, puede facilitarle a los burócratas el desarrollo de una conciencia plena y el emerger de respeto sobre las potencialidades de la inteligencia social, que sitúe a esta última, de cara a la institucionalidad, en el rol decisivo que viene ocupando desde la otredad en las últimas décadas.
La comunidad como lugar de enunciación de la inteligencia social
Mientras la inteligencia policial, los análisis organizacionales estratégicos, la inteligencia artificial y el "desarrollo" son asuntos que se impulsan y regentan desde el Estado y sus instituciones (policiales y escolares), es decir, tienen un loci (lugar de enunciación) gubernamental, la inteligencia social tiene su origen en los entornos institucionales, fuera de los bordes de las esferas de gobierno.
Esto implica un reconocimiento de los límites gubernamentales para vincularse con la totalidad social y de la potencialidad transformadora de la lógica de multitudes.
En el contexto de la democracia representativa, la inteligencia social agenció la resistencia comunitaria al poder del Estado clasista que no le representaba ni trabajaba para sus intereses.
La democracia participativa y protagónica si bien no elimina el carácter clasista y dominante del aparato gubernamental, es un modelo político que abre canales de diálogo, negociación y consenso entre la otredad callejera y la formalidad institucional, permeando el orden a ópticas y prácticas policlasistas y liberadoras.
La inteligencia social asume y administra las nuevas expresiones de confrontación de baja intensidad entre gobierno y ciudadanos, procurando que la constante transición de los asuntos públicos discurran por canales que progresivamente abran espacios y caminos a los intereses de las mayorías.
No es propósito ni la razón de ser de la inteligencia social situacional contribuir a consolidar la hegemonía del Estado, por el contrario apunta a que éste genere procesos de apertura progresiva a nuevas perspectivas, expectativas y necesidades y/o a su eliminación.
En consecuencia, la teleología de la inteligencia social situacional es profundamente contrahegemónica. Ahí reside la potencia revolucionaria de la inteligencia social, pero también su mayor riesgo.
Son muchas las evidencias que muestran cómo los gobernantes intentan coaptar franjas de ciudadanos para su lógica, lo cual constituye una dinámica esperable de control desde el poder, que si no se devela y limita oportunamente puede precipitar odiosas rupturas entre ambos.
No alejarse de su lugar de enunciación barrial, comunitario, popular o residencial constituye el mayor reto de la inteligencia social situacional para garantizar la utilidad de sus dinámicas.
Al encontrarse la inteligencia institucional con la inteligencia social y reconfigurarse ambas en la institucionalización de la inteligencia social situacional, se corre el riesgo de que la temporalidad de largo plazo, de la lógica gubernamental, sustituya la fuerza movilizadora de la cotidianidad que le es propia a la lógica de multitudes. No dudamos que desde el referente gubernamental se generarán esfuerzos para ello, pero la subordinación de la cotidianidad al largo plazo le resta toda potencialidad y utilidad a la inteligencia social situacional.
Las comunidades, los sectores populares y revolucionarios entienden y valoran las metódicas de la inteligencia social situacional como herramientas para solucionar los problemas del día a día.
La utilidad de la inteligencia social situacional como tecnología para avanzar en la solución de las problemáticas que emergen de su realidad ciudadana y que tienen fuerza contingente, es decir inmediata, constituye la mejor garantía para evitar la subordinación de los procesos de la gente, a las necesidades de largo plazo del Estado.
Transparentar este conflicto posibilita generar un sano debate sobre la inteligencia social situacional como espíritu y metodología del poder constituyente, como eje conductor de la transición del sistema político de democracia representativa a la democracia participativa y protagónica.
Transformación que exige de los ciudadanos una nueva valoración del aparato gubernamental pero de éste demanda disposición a horizontalizar y transparentar dinámicas que den respuesta oportuna y eficaz, a las exigencias ciudadanas del día a día.
Inteligencia social: tránsito entre lo cotidiano, la táctica y la estrategia
Como lo hemos señalado en éste y otros trabajos, la inteligencia social tiene un lugar de enunciación comunitario, es decir, se funda en los sucesos diarios que afectan a la gente.
Cotidianidad que tiene la calificación de permanente contingencia, de realidad en mutación, la cual, a diferencia de la lógica de la institucionalidad, está más interesada en la solución a la situación problemática inmediata que en la normalización de procesos.
La inteligencia social como herramienta para la sobrevivencia concentra sus esfuerzos en:
a) La conservación de logros y avances sociales frente a lo enemigo, lo adverso. b) La respuesta eficiente y oportuna a las situaciones contingentes.
c) La defensa ante la incertidumbre opresiva que guía lo gubernamental, ante la agresión de lo externo, del extranjero.
d) El posicionamiento en los espacios institucionales de la
perspectiva comunitaria. e) La garantía del control territorial. f) El desarrollo de espacios comunitarios de liberación en
donde se concreta la revolución bolivariana. g) La consolidación de las diversas formas de contraloría social.
La inteligencia social situacional asume la existencia de una enorme brecha entre el concepto ideal de gestión gubernamental y el comportamiento de la estructura institucional evidenciado en la realidad social.
Pero lo asume no como tragedia, sino como presente susceptible de ser modificado mediante una continua acción colectiva en diversas esferas y planos. Para solucionar lo que ocurre en el momento histórico concreto actual, la inteligencia social situacional postula la planificación participativa estratégica situacional (PPES) con sus momentos presente, táctico y estratégico. Diferencia que se asume en su debida temporalidad.
La inteligencia social situacional no admite derrotismos, pero tampoco determinismos y falsas nociones de triunfo y victoria en el corto plazo. Los esfuerzos para alcanzar la meta esperada se asumen como propósitos que admiten planeación, con acciones que es posible administrar en corto, mediano y largo plazo.
A la inteligencia social situacional le interesa el tránsito de la actividad coyuntural a las tareas de corto plazo; de éste a la táctica inherente al mediano plazo que garantice el desarrollo de estrategias para realizar en el largo plazo.
Si bien la actuación ante la coyuntura es asumida como táctica, se reconoce la precariedad de su control en la prognosis, razón por la cual se presentan separadas actuación coyuntural inmediata y táctica. La táctica expresa la tensión entre la situación ideal y lo que ocurre en la realidad. Por ello, a la táctica le resulta indispensable la visión de país y comunidad, así como el conocimiento de la misión de cada institución.
El plano estratégico emerge como el mapa de la realidad deseada y las acciones que se requieren para lograrla. Acciones que representan operaciones tácticas que se corresponden a las estrategias delineadas para ir construyendo progresivamente los cimientos de ese horizonte estratégico.
Las tácticas son acciones encadenadas en el mediano plazo. El mapa estratégico está conformado por la suma de las acciones tácticas. Las tácticas deben estar imbricadas y blindadas por la visión de país que se tiene y la misión establecida para la propia organización social.
Asumimos la idea de la V República como formación política de Estado que se inscribe en un proceso histórico venezolano altamente imbricado a la revolución continental y la ruptura del modelo capitalista mundial. Por lo tanto la V República vendría a ser la concreción, el recorrido actual de construcción de Venezuela como un país soberano y realmente independiente.
Esfuerzo sostenido durante los últimos quinientos años. Idea de país que se modela y prefigura desde los imaginarios rebeldes e insumisos precolombinos y la resistencia cultural, militar, económica, social, territorial americana, pasando por los combates en contra de la conquista española y llegando a nuestros días con la oposición al imperio, el biopoder y los restos del Estado nacional burgués.
Soberanía e independencia que superan las nociones de control territorial y de los medios de producción por parte de los ciudadanos nacionales, al tener el presente la connotación de momento político para la justicia social y el derecho de las mayorías, que integra y respeta la diversidad inherente a las minorías.
La V República emerge ante el agotamiento del ideario político y de gestión de la IV República, como necesidad histórica para el presente. Es presente victorioso construido colectivamente y nunca el resultado del pragmatismo ni del abandono de principios básicos ante sucesivas derrotas. La V República es proceso con antecedentes pero también con porvenir.
La V República asume y expresa la síntesis de la memoria histórica nacional, expresando el discurso y las prácticas construidas por la corriente histórica social por el cambio. La V República es inteligencia popular–social en marcha. Por ello, ha sido reivindicada por los actores, agentes sociales y organizaciones que a través del tiempo han agenciado los esfuerzos de transformación estructural de nuestro país.
Ello exige y demanda repensar el ejercicio de gobierno de cara al pueblo, o mejor interpretado, desde el pueblo. Ésa es la V República que construye la inteligencia social situacional, aunque tal vez no sea la que piensen sectores conservadores o regresivos del actual aparato burocrático.
Recapitulemos. La inteligencia social es una dinámica que va del borde institucional al centro de sus procesos, tratando de copar progresivamente los espacios fundacionales previstos en las estructuras para la toma de decisiones.
Cuando la inteligencia social se asocia a estos procesos de toma de decisiones gubernamentales pasa a ser inteligencia social situacional.
La inteligencia social situacional se institucionaliza mediante la implementación de las salas situacionales en los ministerios, institutos autónomos y los distintos órganos y entes de la administración pública nacional (APN). La inteligencia social situacional se normaliza en la institucionalidad mediante documentos oficiales que norman sus procesos, establecen los protocolos para su ejecución y prevén canales para la circulación de información que ella requiere y genera. Algunos de los instrumentos que sirven de fundamento a este proceso de normalización de la inteligencia social situacional suelen referirse a:
1. Definiciones de los límites conceptuales, operacionales y funcionales de cada una de las diversas tipologías de inteligencia.
2. Glosarios de definiciones en torno a la inteligencia social consensuados entre los diversos actores sociales claves.
3. Manuales de procesamiento de la información que entra y es capturada por la(s) sala(s) situacional(es).
4.Definiciones inherentes a las dinámicas de competencia institucional con las acciones propias de la inteligencia social y las salas situacionales.
5.Manuales de perfiles para el personal a laborar en estas áreas.
6.Acopio y contextualización de las teorías sobre las dinámicas de inteligencia social, popular, policial, situacional y de sala situacional.
7.Instrumentos de evaluación permanente a las acciones previstas para cada uno de los escenarios y tendencias conforme a las propuestas que genere(n) la(s) sala(s) situacional(es).
8.Sistemas de información que acopien data referencial, histórica, testimonial, documental, relacional y situacional, a partir del análisis del entorno y estudios estadísticos dimensionados.
Para las instituciones la continuidad de la revolución bolivariana suele asociarse a la permanencia de grupos y/o individualidades en las posiciones de mando de los órganos de la administración pública nacional. Para los ciudadanos, para las multitudes insumisas, la permanencia en el poder de Hugo Chávez Frías está asociada a su cotidianidad y se expresa en posibilidades concretas de sobrevivencia.
Por ello, mientras para gran parte de la administración los tiempos de actuación frente a los elementos y acciones conspirativas suelen ajustarse a los horarios, rutas y canales previstos por la burocracia, los ciudadanos concentran su esfuerzo en respuestas inmediatas, contingentes, urgentes.
Acciones que están asociadas a garantizar la permanencia de los avances logrados en el marco de la revolución bolivariana, no permitir el retorno del fascismo ni el regresionismo opresivo, pero también a la denuncia permanente a la burocracia, la corrupción y la impunidad con la cual aún actúan los enemigos solapados del proceso revolucionario venezolano actual.
Por lo general los tiempos de la burocracia y de la gente suelen conflictuar. Conflictos que al develarlos encontramos que sus efectos muchas veces llegan al extremo de paralizar las administraciones y organizaciones, impidiendo el logro de sus propios objetivos. Alcanzar un equilibrio entre ambas perspectivas permitiéndole a la institucionalidad y a los ciudadanos controlar y construir permanentemente el centro político, constituye el desafío para la gobernabilidad revolucionaria.
La inteligencia social situacional al registrar los hechos desde la perspectiva del entorno institucional y monitorear la gestión de los órganos de la administración lo que está estableciendo en realidad es el control del Estado.
Contraloría social que prioriza el abordaje compartido de los escenarios de crisis y confrontación que se prevén dado su impacto en la cotidianidad ciudadana.
Esfuerzo que al relacionarse a la administración le puede permitir a ésta tomar decisiones proactivas y reactivas oportunas conducentes a alcanzar una gestión legítima (pertinente) y eficaz (calidad).
Inteligencia social, organización social de base, contraloría social y participación directa de los ciudadanos en los asuntos de interés, modelan el nuevo enfoque de gestión integrada que enfatiza en garantizar a través del tiempo, la apropiación, el empoderamiento de los ciudadanos respecto a los distintos órganos de la administración, en lo que se ha denominado: el modelo de gobernabilidad revolucionaria.
Para el nuevo Estado de la V República centrado en la gente, la inteligencia social situacional emerge como una herramienta para la seguridad de Estado pues le permite al alto gobierno lecturas con detenimiento sobre los hechos, acontecimientos y contingencia.
Al develarse y transparentarse las rutinas burocráticas se desmitifican los protocolos de poder y las jerarquizaciones de mando obligando al funcionarato a estar más atento a la voz de los ciudadanos y a la contraloría social
En el actual proceso de transición, de un Estado cerrado y un gobierno verticalizado a un Estado abierto y transparente con un gobierno cada vez más horizontalizado en su gestión, suelen encontrarse de manera reiterativa intentos de uso instrumental de la inteligencia social, de subordinación de la otredad a las lógicas burocráticas.
Riesgo y consecuencias que se minimizaran en la medida que el nuevo paradigma de la gente se generalice y la razón fuerza de las comunidades muestre sus potencialidades y alcances a quienes aún no conocen el enorme poder revolucionario de la sinergia de las multitudes.
El paradigma de la participación apunta a la ruptura de las mediaciones y opone a la lógica de representaciones partidarias, sindicales y organizacionales la fuerza de la participación directa que coloca cara a cara, a los ciudadanos y gobierno. Esta dinámica establece los siguientes condicionantes para la inteligencia social:
1. Claridad respecto a la brevedad de los límites temporales de los cuales goza toda administración en cuanto a legitimidad institucional derivada sólo de resultados electorales.
2. La legitimidad emerge como un concepto relacionado a la pertinencia de la gestión y la eficacia de los actos administrativos, no como abstracto sino como producto relacionado a la cotidianidad de los ciudadanos.
3. Las "nuevas formas de representación" tienen el alcance derivado de la cualificación de los actores involucrados y los territorios que se movilizan para participar. Por lo tanto, la representación pasa de las generalidades a las singularidades.
4. Los sectores activos no son mediadores válidos para quienes permanecen pasivos.
5. Los procesos y resultados de la inteligencia social resultan válidos sólo para contextos delimitados imposibilitando su generalización mecánica. Las generalizaciones dependerán en gran medida de las frecuencias de repeticiones para fenómenos que se valoran en territorios distintos y/o disímiles.
6. Todo intento de subordinación de la inteligencia social a la lógica de Estado sólo acelerará el surgimiento de nuevos centros autónomos de inteligencia social rebelde.
Algunos de los aspectos problemáticos de la articulación entre la inteligencia social situacional y el gobierno revolucionario lo constituyen:
1. Los esfuerzos fallidos para objetivar protocolos, formas y canales rígidos con cadenas de mandos establecidas para el diálogo, entre el gobierno y las expresiones organizadas de la inteligencia social,
2. La subestimación burocrática de la subjetividad que emana y le es propia al combate popular.
3. El desarrollo de identidades artificiales entre la institucionalidad y el thelos de resistencia colectivo que sintetiza la sinergia insumisa de las comunidades a las formas de injusticia, exclusión y opresión que históricamente se le han tratado de imponer.
4.El estancamiento en los espacios institucionales de los debates y prácticas reflexivas que promuevan la elevación de la conciencia de los elementos más atrasados de la administración: los tecnócratas y la burocracia.
5. La existencia de cajas negras en procesos institucionales que estimulan desconfianza entre franjas sociales importantes.
Desde la perspectiva de la objetividad del método científico, la lógica de Estado demanda conocer en detalle los procesos de generación de conocimiento popular para segmentarlos, analizarlos e incorporar muchas de sus dinámicas a la institucionalidad.
Lamentablemente, esto es más difícil de alcanzar de lo que la burocracia aspira, pues la lógica de multitudes es difusa, rizomática y en permanente mutación, precisamente para evadir el control y garantizar su efectividad.
El respeto por la subjetividad, el thelos de resistencia y combate popular seguramente se producirá en el proceso de articulación de la inteligencia social situacional con la institucionalidad, mediante la negociación y el consenso.
Diálogo que seguramente girará en torno a la teleología de esa relación. Sin embargo, la aproximación en esta área constituye un aspecto a mejorar, respecto a la interacción actual entre ciudadanos y gobierno.
Lo extraordinario como fenómeno cotidiano: sobrevivencia e inteligencia social
Cuando lo extraordinario y las singularidades se convierten en fenómenos regulares que se hacen presentes en la cotidianidad, estamos en presencia de una situación revolucionaria.
Desde el 27 de febrero de 1989 existen rasgos que distinguen la dinámica política nacional venezolana: acontecimientos extraordinarios, capacidad popular para transformar situaciones problemáticas en victorias callejeras y del pueblo para hacer judo político convirtiendo lo adverso en favorable.
Desde ese momento se fracturaron los moldes que contenían las representaciones propias de la democracia representativa y, hasta el presente, a los sectores más conservadores de la institucionalidad les ha resultado esquiva la posibilidad de recoger y volver a juntar los fragmentos de la brújula que les garantizaba la gobernabilidad burguesa.
Desde 1989 emerge con fuerza en el centro del escenario social el thelos de resistencia popular continua, de revolución permanente como característica que desde lo social invade los equilibrios político, económico, territorial, militar, tecnológico, educativo, territorial y la relación con las dinámicas homólogas internacionales. La inteligencia social situacional constituye una de sus expresiones, así como el nuevo papel asignado a las salas sociales situacionales existentes en los referentes institucionales.
Por ello decimos que lo extraordinario invadió la rigidez del aparato burocrático y aunque sólo se concrete parcialmente en el presente en una estética rebelde, estamos seguros de que este emerger implica el nacimiento de una situación revolucionaria de largo aliento.
Inteligencia situacional y tejido social. La supremacía del rizoma y las multiplicidades difusas de las redes
El tejido social de resistencia contra la injusticia, la explotación, la dominación y la exclusión tiene una urdiembre horizontal, una comunicación y articulación rizomática y una organización en forma de redes. La conciencia colectiva del tejido social mayoritario se fundamenta en la memoria histórica, en la experiencia de combate callejero, de sobrevivencia y en la permanencia a través del tiempo de los más altos y dignos sueños compartidos por las mayorías ciudadanas.
La noción de horizontalidad en los procesos, de trabajo en redes y de comunicación rizomática suele aparecer como difuso y poco comprensible desde las formas y los canales estructurados.
En este trabajo partimos de la valoración de las redes como construcciones de cuerpo sin órganos. Definición que constituye no una carencia, sino un logro del espacio social estriado (multitudes) para resistir y enfrentar al espacio liso (Estado).
Experiencia y memoria, pasado y presente desde el cual la gente, teje y proyecta su visión para la construcción de un futurible, sin descuidar la salvaguarda de su propia integridad.
Se hace necesario señalar que existen dos lecturas centrales del ideario bolivariano en la institucionalidad:
a) Bolívar como doctrina desde sus textos y proclamas. b) Bolivarianismo como discurso para el cambio y como proceso en construcción.
La primera lectura, mucho más atrasada pretende extrapolar de manera acrítica textos, citas y proclamas del padre de la patria.
La segunda lectura, mucho más integradora y revolucionaria, menciona a Bolívar como evocación simbólica del recorrido de luchas del pueblo venezolano, desde la resistencia anticolonial, el cimarronismo, los desarrollos económicos y de justicia social de Zamora, pasando por el internacionalismo socialista, el nacionalismo militarista, el guevarismo, la teología de la liberación, las experiencias de control obrero de la producción, hasta llegar a la visión multiétnica y de género, entre otros fenómenos.
Para los movimientos sociales, el ideario bolivariano es parte fundamental de sus procesos y dinámicas. Bolivarianismo que es potenciado, calificado y reinsertado socialmente como un pensamiento útil para el presente mediante la inteligencia social y la memoria histórica. Ideario de la Revolución bolivariana que se expresa en:
1. El poder constituyente permanente.
2. El sistema político de democracia participativa y prota gónica que se cualifica en la territorialidad concreta de los consejos comunales y el ejercicio pleno de soberanía cognitiva a través de la inteligencia social.
3. La planificación participativa de base como sistema integrado.
4. La economía social,
5. El Proyecto Educativo Nacional y la pedagogía libertaria.
6. Los procesos de comunicación e información alternativos.
7. La estética bolivariana.
8.La ética ecológica social bolivariana.
9. La imbricación de la inteligencia social con el aparato gubernamental.
10.El humanismo bolivariano.
11.Las gestas emancipatorias continentales.
12 La simbología y los imaginarios de los próceres independentistas y los mártires revolucionarios.
13.Las construcciones teóricas autónomas elaboradas desde la realidad, la cotidianidad, la localidad.
14.La Agenda Alternativa Bolivariana para las Américas, entre otros.
La Revolución bolivariana es pacífica, eso implica una valoración del ser humano por encima del maniqueísmo de bueno o malo, para adentrarse en la perspectiva colectiva de ganar/ganar. Proceso que en sus inicios suele generar resistencias en los partidarios del paradigma ganar/perder.
La Revolución bolivariana al no dejarse etiquetar con los clichés clásicos asume la pragmática contextual como filosofía cotidiana y la transformación estructural como horizonte para los cambios. Transformación que se referencia en los ciudadanos, en los excluidos como esfuerzo inclusivo no hegemónico.
El proceso bolivariano estudia y valora las experiencias americanas de liberación y desarrollo autónomo, sin pretender en momento alguno copiar mecánicamente experiencias exitosas ocurridas en otros países.
La democracia bolivariana es participativa y protagónica con un horizonte de democracia directa como fin último para los ciudadanos libres y emancipados.
Mientras el secreto es el espíritu de la burguesía y los poderosos de todo cuño, el develamiento y socialización del conocimiento es un referente axiológico de los movimientos sociales profundamente libertarios como el bolivariano.
En un estado nacional burgués como el venezolano es coherente encontrar una policía e inteligencia de Estado altamente discrecional y secreta. En el marco de la transición actual se desarrollan odiosas e impertinentes, formas de inteligencia que escapan a los límites del presente documento.
En contraposición, los movimientos sociales y populares han desarrollado la inteligencia social situacional, como mecanismo alternativo para la seguridad de Estado.
Expresión y antecedente de ello lo constituye la contraloría social como forma de inteligencia para la seguridad del nuevo Estado de democracia participativa y protagónica.
Mientras la inteligencia policial se aproxima a los movimientos sociales desde la perspectiva "putchista", es decir, bajo la mirada conspirativa secreta y aspira consolidar un gobierno bonapartista por encima de los deseos del propio líder de esta revolución, la inteligencia social es constitutiva de los movimientos sociales, es una de sus fortalezas, agencia la prevención ante lo enemigo y se opone a cualquier forma de totalitarismo, de hegemonía acrítica, de asalto al poder por parte de grupos o fracciones.
En consecuencia, opone al secreto de las relaciones el método asambleario y las formas de divulgación de información y conocimiento desde la gente. Premisa que constituye un referente transversal de la inteligencia social situacional.
El entorno es lo que contextúa la labor de los movimientos sociales y/o la institucionalidad. Es la otredad que suele ser silenciada. Sin embargo, no es sólo contexto para actuar, es contexto que determina las políticas y la acción. El contexto está presente en el input y el output de las políticas públicas revolucionarias, alimentando y retroalimentando los procesos organizacionales y de sobrevivencia de los ciudadanos.
La valoración del entorno como aspecto de interés existencial para los asuntos ciudadanos y la gestión gubernamental es un logro de la revolución bolivariana que sintetiza y expresa aspiraciones y esfuerzos ciudadanos de vieja data.
Logro que no se circunscribe a un enunciado, sino que abarca el amplio abanico de desarrollos jurídicos, institucionales y sociales. La contraloría social es la expresión en los asuntos de gobierno de la voz del pueblo y la aceptación de la fuerza de la otredad.
En consecuencia, para la administración pública nacional (APN) del gobierno bolivariano, el análisis del entorno vendría a ser el proceso de sistematización de la interacción entre las políticas públicas y el contexto institucional, entre la institución y los ciudadanos, mediante una red conceptual, metodológica y operativa que genera productos útiles que alimentan las dinámicas de toma de decisión del Ejecutivo.
Decisiones que demandan a las organizaciones públicas y la burocracia, de manera permanente, la ejecución de políticas pertinentes al contexto institucional.
El exterior, el entorno en la Revolución bolivariana, se refiere al pueblo que manda, al pueblo que ejerce el poder.
Es evidente que la inteligencia social se reconfigura de un enunciado abstracto e incomprensible a un desarrollo estructural que marca la pauta en las relaciones ciudadanos-gobierno.
Queda también en evidencia que resulta imposible absorber, coaptar o eliminar la inteligencia social mediante mecanismos de fuerza, coerción o adoctrinamiento. Por lo tanto, si bien es posible y esperable que los procesos de la inteligencia social y la inteligencia social situacional se alimenten y trabajen de manera coordinada, a nuestro juicio, se convierte en una pérdida de energías institucionales cualquier esfuerzo por normalizar sus procesos.
Inteligencia social y campos relacionales de interés en comunicación e información
La inteligencia social situacional es un desarrollo colectivo inherente a la Revolución bolivariana como momento de la corriente históricosocial por el cambio. En consecuencia sus campos relacionales de interés son:
–El Ideario de la Revolución bolivariana.
–Las aspiraciones ciudadanas históricas y de coyuntura.
–La transparencia y la contraloría social en la gestión de los asuntos públicos. –El combate a la impunidad con la cual suelen actuar los enemigos de la patria de cualquier signo. –Una acción de Estado eficaz, de calidad y equitativa en todos los campos.
–Un reconocimiento activo de la otredad ciudadana por parte del gobierno.
–Las políticas públicas referenciadas en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.
–La estética difusa, la belleza del caos transformador.
–La lógica de multitudes.
–La justicia social integral.
–La organización autónoma y cooperativa con la gestión
gubernamental inspirada en el ideario bolivariano.
–La investigación continua sobre la cotidianidad y el presente que busque garantizar una gestión de utilidad para todos y con alta pertinencia social
–La inteligencia social es proceso constituyente en curso.
Se suele asociar y limitar el proceso constituyente con el momento fundacional de elaboración de la Carta Magna que dio vida y direccionalidad a la V República.
De hecho, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) es el producto de un momento en la activación del poder constituyente, pero no se restringe al acto jurídico.
El poder constituyente es la acción permanente del liderazgo colectivo en ejercicio de la soberanía nacional, territorial y cognitiva. Es control asociativo que reconfigura a diario el marco institucional y jurídico de lo que se denomina Estado nacional. Por ello decimos que la inteligencia social es el cerebro unificado del poder constituyente.
El monopolio de la información ha constituido para la lógica burocrática un instrumento de dominación y control, el cual se ha institucionalizado bajo el mando de la nomenclatura burocrática. El monopolio de la información se concentra en el manejo discrecional de la data que genera la administración pública, los movimientos sociales y el campo científico-tecnológico.
Desde la perspectiva del proceso bolivariano, la organización, participación y empoderamiento de la gente con las dinámicas comunicacionales es asunto estratégico en la perspectiva de la contraloría social.
Por ello, el develamiento del Estado, la presentación transparente de sus procesos ante los ciudadanos y la democratización de la información constituyen líneas de trabajo de la inteligencia social.
Proveer de mecanismos flexibles, dinámicos, eficientes y sin limitaciones para el acceso y uso de la información local, regional y nacional que requiere la sociedad venezolana para participar protagónicamente en un desarrollo nacional que parta de lo local, constituyen premisas que contextúan el encuentro de la democracia informativa con la inteligencia social.
Diferenciar sin dejar de mostrar la complementariedad entre inteligencia social e inteligencia social situacional, entre inteligencia social y sala situacional, constituye el propósito central de este capítulo. Si así se comprende, hemos logrado el propósito que nos trazamos al comienzo del mismo.
Su justificación va más allá de las formalidades y aspectos de presentación. Constituye un llamado de alerta a los movimientos sociales para que defiendan la autonomía y lugar de enunciación comunitario de la inteligencia social, ante cualquier pretensión burocrática de diluir sus dinámicas en el gobierno, independientemente del horizonte que éste postule.
La inteligencia social es garantía de permanencia en el tiempo y rápida reacción ante lo enemigo y un Estado revolucionario como el de la V República no sólo aspira garantizar la auténtica autonomía del movimiento popular y revolucionario, sino también potenciar desde sus rutinas los procesos emancipatorios que desde ella se generen.
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